Effi Briest by Theodor Fontane

Effi Briest by Theodor Fontane

autor:Theodor Fontane [Fontane, Theodor]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 1895-01-01T05:00:00+00:00


18

Effi estaba descontenta de sí misma, y se alegró de que se decidiera suspender aquellas excursiones mientras durase el invierno. Cada vez que pensaba en todo lo que se había hablado, tratado o insinuado a lo largo de tantos días y semanas, no encontraba nada que pudiera reprocharse directamente. Crampas era un hombre ingenioso, mundano y divertido, un hombre libre, también en el buen sentido de la palabra, y hubiera sido bajo y mezquino comportarse con él en todo momento de forma mojigata, manteniendo estrictamente las normas del decoro social. No, ella nada tenía que reprocharse por haberle seguido la corriente, y aun así tenía la vaga sensación de haber vencido un peligro y celebraba que todo aquello hubiera quedado atrás. En adelante no podrían seguir manteniendo con tanta frecuencia aquel trato casi familiar, algo prácticamente imposible dadas las circunstancias domésticas de Crampas, y los encuentros en las casas de las familias nobles de la región, inevitables durante el invierno, resultarían por fuerza escasos y breves. A medida que pensaba en todo esto, Effi iba recuperando la calma, y descubrió con satisfacción que, en definitiva, no le supondría un gran esfuerzo renunciar a la agradable compañía del comandante. Además, su sensación de seguridad y bienestar aumentó cuando Innstetten le comunicó que ese invierno no tendría que hacer sus habituales viajes a Varzin, ya que el príncipe iría a Friedrichsruh, lugar por el que parecía mostrar cada vez mayor predilección. Por un lado lo lamentaba, pero por otro se alegraba, ya que eso le permitiría consagrarse de lleno a su hogar, y, si a Effi le parecía bien, podrían repasar su viaje a Italia, releyendo y comentando las notas que él había tomado. Una recapitulación como aquella resultaba esencial, porque era la única manera de rememorar y asimilar realmente para siempre todas las cosas que habían visto de forma muy superficial y que apenas eran conscientes de que habían calado en el fondo de su alma, y gracias a aquel repaso en retrospectiva aflorarían a su conciencia y podrían hacerlas suyas. Siguió extendiéndose sobre el tema, y añadió que Gieshübler, quien conocía toda la «bota italiana» hasta Palermo, le había pedido que se le permitiese participar en las sesiones. Effi, que hubiese preferido de largo una velada de conversación normal sin «bota italiana» —se pensaba incluso en hacer circular fotografías—, asintió no sin cierto esfuerzo. Su reticencia pasó inadvertida para Innstetten, quien, totalmente entusiasmado con el proyecto, continuó:

—Por supuesto que no estará sólo Gieshübler, sino que también estarán presentes Roswitha y Annie, y cuando pienso en que ambos volveremos a surcar el Gran Canal, oyendo cantar a lo lejos a los gondoleros mientras a sólo unos pasos de nosotros Roswitha se inclina sobre la pequeña Annie para cantarle a su manera «Buhküken von Halberstadt» o algo por el estilo, pienso que pueden ser unas veladas invernales deliciosas, y tú estarás ahí sentada a mi lado, tejiéndome una gran bufanda de lana. ¿Qué te parece todo esto, Effi?

Estas veladas no se quedaron



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